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Con música se siente mejor

  • Foto del escritor: El tiempo recobrado
    El tiempo recobrado
  • 31 jul 2019
  • 4 Min. de lectura

Texto: Beatrice Marmolejo (@betty.marmolejo)

Libro: Adiós a Dylan, de Alejandro Carrillo (@elalejandrocarrilloescritor)

 

“Yo estoy en el centro. Soy una mancha oscura en medio del sol”. Cierra los ojos, imagínate el peor escenario posible, luego piensa en que tú serás el héroe, ese que va a salvar a la princesa de la torre y que, en consecuencia, se va a ganar su amor eterno. Ahora ábrelos. Lo único que verás es decadencia, lucha, caídas… pero eso sí, mucha, mucha música.


Sí, en pocas palabras, eso es lo que le pasa más de una vez a Omar, el protagonista y narrador de Adiós a Dylan (Penguin Random House, 2016), de Alejandro Carrillo.


El primer acercamiento de cualquier lector con la novela de Carrillo tiene que ir de la mano de una advertencia: está llena de sexo, drogas y rock & roll, como buena fiesta de los 70.


La novela está narrada por la voz desesperada de Omar, un adolescente desubicado de la Ciudad de México que perdió a su hermano David en un accidente de carro. Y sí, nuestro protagonista está seguro de que jamás ocupará el lugar que su hermano mayor tenía cuando estaba vivo.


El núcleo de la novela es Bob Dylan. Omar todo el tiempo busca encajar en cada una de las canciones, sentir lo mismo que su ídolo sentía durante su evolución musical. Por lo tanto, no sorprende que cada capítulo lleve el nombre de una canción de Dylan y, en algunos casos, me sorprendió que cada capítulo duraba lo que una canción; porque sí, esta novela es para leerse con la lista de reproducción, audífonos a todo volumen y un bote lleno de palomitas.


Adiós a Dylan es una novela de formación del artista, pero no al estilo joyceano. Omar se deja llevar por la idealización y es a través de ella que forma su camino, tras tanta neblina, entenderá por fin que nada es como se plantea. Los caminos que uno toma no tienen que ser iguales que los de otros.


“…el Omar que veo no tiene los ojos profundos de un abismo y ni siquiera la sombra de algo misterioso. Sólo veo a un güey que se mueve muy lento para alcanzar la realidad y que termina siempre sentado reconstruyendo el pedazo de vida que lo acaba de rozar, aprendiéndose de memoria sus detalles, engrandeciéndolo hasta convertirlo en un mito”.

Algo que me gustó mucho del personaje es que, a pesar de sus constantes caídas, se da el tiempo de reflexionar acerca de ellas, de tratar de entender cómo llegó hasta ese punto y… no avanza más, siempre termina repitiendo los mismos caminos. Y, cuando está en las situaciones más complicadas, su método de acción es cerrar los ojos e imaginar que salva el momento.


Otro personaje en Adiós a Dylan que es imprescindible es Sara. Esa Sara que todo adolescente debe tener, ese primer amor, aquel al que se imagina como un ser perfecto pero que en realidad está igual de jodido que nosotros. Sara encuentra en Omar a un hombre cariñoso, que está dispuesto a dar la vida por ella, que acepta cualquier trabajo que ella quiera tener.


Entonces ¿por qué Sara no se queda con él? Porque es terrible pensar que por una vez en la vida alguien te va a tratar bien, cuando hasta tu propia madre te ignora y maltrata. ¿Por qué salirse del camino conocido, el del desprecio, para experimentar el del amor? Nah, Sara jamás lo haría, por eso prefiere quedarse con el golpeador y manipulador.


Cuando por fin Omar sale de su zona de tranquilidad, amor y paz, y decide actuar… explotar, es entonces cuando decide cambiar de rumbo y seguir aún más los pasos de Dylan. Así que, como toda novela de formación, nuestro personaje emprende un viaje, ni más ni menos que a Nueva York para ver los cinco días seguidos de conciertos de Bobby, hospedarse en el mismo hotel, mismo cuarto, en el que alguna vez el cantante estuvo con SU Sara. Pone todo lo que tiene, lo toma y espera encontrar el tesoro ideal en las calles neoyorkinas. Omar sabe que si ve a Dylan, al real, muchas de sus dudas y miedos se van a esfumar.


Pero cuando realmente ve al ídolo, todos los años de idolatría se le caen a través de una frase: “My-songs-are-fiction. I´m fiction writer”. Seguida de: “Noboady can say anything to help you. Is that simple! Don you see? That´s the only thing I´ve been singing all my life!”.


Y sí, caídas, emociones, amor, sexo, drogas, pérdidas… todo para al final entender que la única forma de salvarte es ayudándote a ti. Nuestra salvacion depende siempre solo de nosotros… y de una buena lista de música.


Porque con música todo se siente mejor. Más si sientes que te está llevando la chingada y la canción que escuchas siente lo mismo, pues al menos sabes que no eres el único ser sobre la tierra que está sufriendo. Hay alguien, detrás de tus audífonos, detrás de tus discos, que canta y ruega al universo por un final feliz. Aunque todo sea ficción.

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