Rubik de Ases
- El tiempo recobrado
- 10 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 may 2022
Todo escritor novel tiene la esperanza de ganar algún premio que respalde su creación. A nosotros los lectores nos da la oportunidad de escuchar nuevas voces y narrativas que en el futuro serán clásicos que leeremos y analizaremos.
El Premio Mauricio Achar / Literatura Random House, dio a conocer a su primera ganadora en 2015 y, año con año, nos ha regalado grandes autores y excepcionales novelas. Sin embargo, en 2018 sorprendió a la comunidad literaria al elegir dos ganadores. Sí, dos ganadores, que, según sus editores lo confirmaron en la presentación de ambas obras, los dos autores se lo merecían por la calidad poseedora de sus libros.
Pistolar de Iván Soto Cambra y All in, Sinatra de Pedro Zavala, son las novelas ganadoras que invaden los pasillos de las librerías Gandhi. Dos novelas oscuras, trepidantes y, concordando con Romeo Tello, conciliadoras en la soledad de su personaje principal; y, a la vez, dos libros que contrastan por completo.
La novela de Soto Camba es un vértigo esquizofrénico, que se descifra bajo las estrías de un cerebro desfragmentado en una narración que juega a ser un Cubo Rubik. En cambio, la de Zavala es un clásico del modernismo inglés, una novela elegantemente vestida como Francis Scott Fitzgerald. Dos textos que se alejan y se atraen, dos novelas que nos muestran la versatilidad que en México existe de lo que actualmente se escribe.
La novela de Iván es ese spam físico recurrente, esas cartas perdidas de un esquizo, esas cartas contestadas no tan al alzar, ese apartado en todo correo electrónico que está olvidado por la rapidez de la modernidad. Sin embargo, el estilo del libro es lo que más nos hace sentir la pesadumbre de esa suciedad, de locura, y de esas constantes voces que se escuchan, porque la polifonía es la voz narrativa de Pistolar, la que nos lleva por esa mente del pasado, contestada en el presente o en el futuro o en la total imaginación del remitente, que las envía desde el Domicilio de Don Gato, Luis Alfredo J.A., quien existe o no existe o no se deja cifrar entre los colores de su cerebro o tal vez quien se pierde en el timbre postal de cada sobre que cierra. Pistolar es ese viaje ciberepistolar que nos llega en hojas de bond ahuesado, con tipografías ruidosas e impares, que se leen en la constante desesperación de un espiral.
¿Pero acaso ese espiral no es el que siente Génesis Montesinos al momento de apostar, de perder todo, de entrar en la esperanza de su propia muerte? Porque el profesor está bajo las luminarias de las Vegas esperando el último show, tirándose al vacío de las cartas sobre la mesa de tela verde. Ese es el espiral que nos narra Pedro Závala en All in, Sinatra. Sí, hay experimentación (no del todo como la llamada posmoderna, que sí existe en Pistolar), pero es una que se siente como cuando se lee a Hemingway, a Dos Passos y al tan amado Fitzgerald, de quien es especialista Génesis Montesinos.
La narración se distribuye entre el narrador y ese constante lenguaje, más hemingwayesco que gatbysesco, que emana de los indirectos libres de Génesis, que está en un modo existencialista, viendo que la vida ya no le sirve, y siendo hasta egoísta con su muerte, porque Génesis la cuida para que sea sólo suya, mientras el dinero de las apuestas se va en el último soundtrack que escucha bajo la aguja que corre en 33 revoluciones por minuto.
All in, Sinatra y Pistolar han demostrado una magistral forma de narrar, en dos distintas miradas de la muerte y la soledad compartida. Son las novelas ganadoras de un premio que se ha convertido en uno de los más codiciados por escritores noveles.
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