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Una crónica de los años de fuego

  • Foto del escritor: El tiempo recobrado
    El tiempo recobrado
  • 27 jun 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 5 may 2022


Libro: Tengo que morir todas las noches. Una crónica de los ochenta, el underground y la cultura gay, de Guillermo Osorno (@guillermosorno)



 

La década de los ochenta del siglo XX es una de las más importantes para entender el México actual. La moda, la política y la música, así como todo el entorno social que englobó aquellos años de fuego, son un parteaguas para que la modernidad llegara al país.


Sobre todo, la Ciudad de México de los ochenta tuvo una convulsa década, no sólo por el temblor que la agrietó en septiembre del 85, sino también por la cantidad de adolescentes que salían de todos sus rincones reclamando sus libertades ante una generación de pálida mochés.


Ser adolescente en esa época era ser esa generación X mexicana que se debatía entre seguir un modelo de película de los Soler o llevar un modelo más liberal de unos tardíos setenta y una globalización marcada por la tecnología. Además, era entrar en una revelación de la sexualidad y de la libertad ante una opresión, tanto cultural como social, por parte del gobierno y de la casa, lo cual convierte a los ochenta en una total explosión del underground.


Es precisamente un libro el que enmarca esta maravillosa década. Con una excelente investigación, así como una narración limpia y amena, Tengo que morir todas las noches. Una crónica de los ochenta, el underground y la cultura gay (Debate, 2014), de Guillermo Osorno, nos transporta hasta aquellos años y a esos epicentros que hicieron surgir la cultura gay y el under mexicano, como el mítico Disco Bar El Nueve, de Henri Donnadieu.


Tengo que morir todas las noches es una auténtica biografía de la cultura gay en México y de cómo, de la mano de lo under, crecieron y se abrieron paso a la cultura conservadora. Con atinados apuntes, así como investigación de campo, Osorno construye esta biografía que tiene su templo en El Nueve, con una amplia reseña de lo que eran las fiestas gay y los antros en distintas partes del país, los cuales, en especial en Acapulco, eran apoyados por Juan Gabriel.


Esto también llega hasta ese mítico El Nueve, en donde todas las subculturas confluían con música de bandas como Size, Casino Shanghai, Las Insólitas Imágenes de Aurora, Bon, los Enemigos del Silencio y Café Tacvba, que se apoderaban de la pista. Tengo que morir todas las noches es un libro esencial para entender la música que se hizo en la Ciudad de México en los ochenta, la cual provocó una revolución incluso en el ámbito político al ser la generación que rompió con la censura de Estado impuesta desde Avándaro. Además, Osorno da una panorama contextual completo, desde otros lugares en donde se tocaba música como el antiguo Rockotitlán (en donde sólo se podía escuchar rock en español) o revistas clave como Sonido (dirigida por Walter Schmidt).


Tengo que morir todas las noches es un documento importante en el cual se puede leer cómo el arte, las sociedades y los pensamientos convivían en un solo lugar que hacía vibrar a las mentes y hacer que otras se abrieran ante lo que fue satanizado por las generaciones anteriores; de cómo en El Nueve podían estar conviviendo en el mismo lugar, desde Carlos Monsiváis, María Félix o el primer punk en México, Illy Bleeding.


Guillermo Osorno rescata en el presente siglo uno los momentos clave de la liberación de la comunidad gay, con un libro inteligente y que lleva en las entrañas esa lucha que ahora se ve ganada.

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