W. F. Pacotilla
- El tiempo recobrado
- 19 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Texto: Beatice Marmolejo (@betty.marmolejo)
Libro: Fandelli, de Guillermo Fadanelli (@GFadanelli)
“¿Quién puede verme como yo me veo? Nadie, y allí se acabó la historia, el chisme, la filosofía y todo entendimiento entre brutos”, la novedad y uno de los libros más celebrados este año es Fandelli (2019, Cal y Arena), un libro que aparenta ser una autobiografía de Guillermo Fadanelli pero que no, no lo es. Porque ¿quién en su sano e insano juicio puede escribir una autobiografía tal cual, recordando precisamente cada momento que conformó su vida? Es imposible hacerlo, y él lo dice con la maestría que siempre lo ha caracterizado: “La conciencia de uno mismo no permite el descanso sideral o terreno, debido a que dicha experiencia no puede ser narrada, sino sólo esbozada”.
Por lo que esta autobiografía que no lo es, es un diálogo entre el Guillermo de 59 años, con Willy, un chico que va evolucionando a lo largo de los años, pero, además, me atrevo a agregar a un tercer personaje: la broma, que nos envuelve como lectores y nos obliga a pensar que lo leído es tal cual como sucedieron los hechos, pero que en realidad sólo es otro juego narrativo que, como él alguna vez afirmó, sólo se trata de fingir.
Si Fandelli fuera un cortometraje, la camara enfocaría constantemente a Willy Fandelli, algunas veces haría acercamientos a su rostro, otras veces lo seguiría a algua de sus múltiples direcciones, otras veces lo veríamos entre las piernas de la bailarina, enfermara u otras. Además, en el estilo voz en off, estaría Guillermo, narrando, criticando, regañando o celebrando desde la perspectiva actual.
En este nuevo libro, Fadanelli conserva su ya tan marcado estilo narrativo. Ese que lleva a sus personajes hasta el extremo de la decadencia, como Benito Torrentera quien, inevitablemente, se asemeja en pequeñas partes al retrato real del autor. Fandelli nos regala a quien podríamos llamar la base de todos los personajes que abundan en sus novelas. Ese que está lleno de ecepticismo, pesimismo e ironía.
En sólo 109 páginas nos presenta un contexto innigualable que, como ya dijimos, puede o no ser apegado a la autobiografía que comienza, literalmente, describiendo como el pequeño niño es expulsado del vientre de la madre, y que además está (o no) conciente de lo que está pasando en esos momentos. Y concluye con un dejo moribundo, una frase que retumba sin duda más de una vez en su cabeza y que se impregna en la nuestra: “Habrá que acostumbrarse a la eternidad, Fandelli. Retorna al vientre, hazlo ya, no puedes esperar, ahora…”. Existe más de una explicación por la que esta frase describe al autor, pero, definitivamente, la más relevante es su escritura. Es preso de ella, las letras no lo abandonarán y, aunque lo hicieran, sus escritos permanecerán en manos de más de un lector y serán infinitamente leídas, interpretadas, comentadas…
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