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Canto I: El Lobo

  • Foto del escritor: El tiempo recobrado
    El tiempo recobrado
  • 22 may 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 5 may 2022


Libro: Lobo, de Bibiana Camacho (@bibianagonzo)

 

Así como Dante, Berenice comienza su viaje al amanecer, llega por primera vez a El Lobo en la mañana.


Como predicción del fin de su viaje, está esa frase, en el capítulo 1, que dice:

«...una pesadilla en la que hacía la maleta una y otra vez, como si alguien rebobinara una cinta cuando las maletas están vacías y yo tuviera que empezar, de nuevo […] en un ciclo esquizofrénico y delirante».

Frase que se conectará con una de las imágenes más agobiantes de toda la novela:

«Yo también corría sin perderlo de vista, pero cada que avanzaba, Simplicio se alejaba más. Sus movimientos eran repetitivos […] como si estuviera contando un ocho musical y repitiera la misma secuencia cada vez».

Por lo tanto, no cabe duda de que Lobo (Almadía, 2017), de Bibiana Camacho, es un ciclo constante de incertidumbres, misterio y terror, es un espiral que envuelve a Berenice al borde de una vida cotidiana de la ciudad y la soledad de un pueblo casi fantasma. Un espiral que Bibiana, intencionalmente o no, convierte en su propio círculo del infierno.


La estructura de la novela está atrapada dentro de una esfera entre el capítulo 0 y el 25. En el 0, el lector está a ciegas, no conoce nada de la historia y sólo ve a Berenice escapando quién sabe de qué o quién, con Nieve entre sus manos, a un lado de alguna carretera, con el aullido de los lobos que cada vez se acercan más.


A partir del capítulo 1, la historia cuenta el recorrido de Berenice, una chica de la Ciudad de México que, para entrar al mundo académico de investigadores, solicita ser asistente de investigación de Felicia, vaca sagrada de la universidad. Felicia vive en un exilio voluntario, en un pueblo lejano llamado El Lobo, en una casona que está casi en ruinas. Felicia ha sido víctima de la soledad y la locura. Está casada con Huitzi, quien la visita temporalmente, pues siempre terminan peleando hasta llegar a los golpes. Cuando él se va, la investigadora cae en una depresión casi incurable.


El propósito es que Berenice y Felicia escriban, al menos, un artículo publicable. Sin embargo, inmediatamente esa emoción de empezar en el mundo académico de la mano de una mujer tan reconocida, cae cuando descubre que lo menos que pasa por la cabeza de Felicia es investigar y que, cuando deben mandar el reporte, se limita a plagiar trabajos viejos de sus alumnos. Berenice hace dos viajes a la monotonía de la Ciudad de México, las dos veces para entregar reportes a la universidad y para aprovechar a visitar al triste y abandonado de su papá.


Del primer viaje que hace a la ciudad, regresa convencida de que aprovechará su estancia en El Lobo. Pero en la segunda visita pasa todo lo contrario, pues la universidad decide quitarle el sustento a Felicia y Berenice es la indicada para informárselo. Además, se entera de que tres personas cercanas a ella han desaparecido.


La nube de soledad y miedo inunda cada vez más a El Lobo. Prudencia, la sirvienta de la casona, actúa desesperada y no para de decir que van a venir, que se acercan. ¿Quién?, pregunta constantemente Berenice, sin obtener respuesta. El espiral narrativo envuelve nuestra lectura y las dudas de la protagonista. El miedo de Prudencia la lleva al suicidio; la confianza de Felicia en Huitzi la lleva a perderse en las minas; el misterio de «esos» que vienen, mata en menos de cinco minutos a las Belugas y deja a Crisantemo solo. Crisantemo es el hijo de alguna de esas tres hermanas, que está en silla de ruedas y que lo único que sabe es gritar y emitir aullidos aturdidores.


Los simbolismos de la novela indudablemente nos remiten a la Divina Comedia de Dante, empezando por las «tres fieras» de la novela de Bibiana: el lobo (o lobos), la perra que tenía un aire de hiena, y Nieve, el gato blanco. En el Canto I de la Comedia aparecen tres fieras que ponen a prueba a Dante, entre ellas se encuentra una loba, la cual alegoriza la codicia y es la síntesis de las tres bestias. Asimismo, en la novela de Bibiana, los tres animales llegan a confundirse con un lobo y, quizá, en realidad siempre fueron el símbolo de las diferentes caras de este animal.


Nieve es la primera fiera que aparece en la vida de Berenice, una noche en su habitación y que constantemente desaparece y aparece sin aviso. Luego la perra, quien camina a su lado en el trayecto de la casona a El Lobo. Los aullidos de la perra llegan a confundir más de una vez a Berenice. Y también, creo que es el animal más importante, pues su muerte desencadena la tragedia del pueblo. El tercer animal son los lobos, que jamás aparecen y que, según las Belugas, los aullidos que Berenice escucha son:

«...el eco de los cerros, que conservan los sonidos del pasado y, a veces, de pura costumbre, los emitían de nuevo como reclamo de nostalgia».

Son la voz del pueblo, de la gente que se fue y que avisa a los que se quedaron que el peligro se avecina.


Otro simbolismo referente al número tres nos lleva a recordar a las tres brujas que desatan la tragedia en Macbeth, de Shakespeare. Me refiero a las Belugas, tres hermanas viejas, solas, locas, que solo saben armar alboroto y hablar disparatadamente sin ponerse atención una a la otra. En Lobo, las Belugas sintetizan todas las voces del pueblo, las historias y leyendas, lo cuál es también un recuerdo de los coros griegos.


Berenice recurre a ellas cuando hay huecos o dudas en las historias que escucha de Prudencia o de Simplicio. Pero es rara la vez que logra entender algo de lo que dicen y mucho más difícil saber cuánto es verdad. Una de las historias en las que coinciden las hermanas con Prudencia es que antes, cuando había más gente en el pueblo, era regla que pasaran narcos y robara una que otra muchacha. Sin embargo, ahora que no hay casi nadie, ya ni lobo que aúlle.


Lobo es una novela que en solo 208 páginas nos impacta. Nos llena de ese eco que alberga la casona al final del libro:

«Grité desesperada y un eco me devolvió mi frustración. Grité una y otra vez y siempre fue lo mismo, un eco se mofaba de mi soledad».

Es una novela que despierta más de una duda en el lector: ¿Lo que pasó en el pueblo fue real? ¿Berenice llegó a un pueblo tipo Comala en el que todos están muertos? ¿La historia es el delirio de Berenice?


 

Por cierto, según mi investigación, El Lobo puede ser un pueblo real que forma parte de Loreto, en el estado de Zacatecas, casi frontera con Aguascalientes. Si quieren darse un paseo virtual en el que las imágenes se asemejan a la descripción de Bibiana, entren aquí.

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