Fuego fatuo
- El tiempo recobrado
- 24 abr 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 5 may 2022
Libro: Arde, Josefina, de Luisa Reyes Retana (@lreyesretana)
Hasta hace unos años, era un total renegado a querer leer a mis contemporáneos. Quizá por miedo a la decepción o por otro prejuicio, eran limitadas mis lecturas de literatura mexicana actual.
Fue hasta que mi novia me planteó la idea de comenzar a leer a quienes ahora hacen que la literatura mexicana sea una de las mejor logradas en el mundo. Aunque algunos libros fueron de mi total decepción, hay otros que actualmente ocupan un lugar importante en mi biblioteca.
A finales del 2017, en el Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo, después de unas afanosas compras, mi novia llegó hasta la caja y, como colofón a las compras, agarró un libro de Random House. El nombre “Josefina” es especial para ella, así que esa fue una de las motivaciones para que se llevara la publicación ganadora del Premio Mauricio Achar 2017.
Pocos días después, mi novia estaba emocionada por su lectura, así que, exaltada, me exigió que leyera la novela. Aunque desganado, acepté el reto de leer el libro que me ponía en las manos. Total. Tenía varias lecturas pendientes, pero decidí que después de alguna obra francesa del siglo XIX, Arde Josefina (Literatura Random House, 2017) sería mi próximo libro por devorar… y así sucedió.
Regularmente para leer suelo escuchar música o poner la televisión en un partido de futbol, por si la lectura no es de mi agrado o para descansar de vez en cuando los ojos. Sin embargo, aquel 10 de diciembre de 2017, mientras en mi televisión se enmarcaba la primera final regia de la historia, el libro de Luisa Reyes Retana hizo lo que muy pocos han hecho en mí (como la primera vez que leí el Ulysses, de James Joyce, o el Farabeuf, de Salvador Elizondo): no vi el partido de futbol.
Estilo ágil, que fluye en cada una de sus 148 páginas, Arde Josefina es uno de los libros que en un futuro llamaremos clásico. Sus personajes, su voz narrativa que se desdobla en un espejo del presente con el pasado, es una total obra de arte de las letras nacionales.
La piromaniaca voz de Josefina nos lleva por su mutilado árbol genealógico, en donde la muerte, la violencia y la locura se consumen bajo sus palabras.
Sin olvidar su origen jurídico, la prosa de Luisa Reyes Retana nos envuelve en un híbrido narrativo que pasa de la desesperación, hastío, asco, hasta la cabal locura del cuestionamiento, del llegar a la verdad juiciosa de toda locura.
Josefina, y sus ingleses padres, junto a su hermano Juan, se instalan en Lindavista, a principios de los años ochenta. Una autopista que une a la capital, junto a la ciudad más inglesa del país, es el motivo para que los manchestersinos Jon y Holly Aspers desaten a la familia de sus brazas ardientes. Una familia en donde la soledad del frío es un único abrazo, es lo que nos deja vislumbra Josefina en su narración de pasado-presente, en donde la locura de Juan estalla en el Deportivo Miguel Alemán, en donde se deja consumir, en donde las funciones (casi) edípicas de Josefina se comienzan a manifestar.
Josefina es un espejo de Juan, es una gemela falsa y una madre a la vez. Es un reflejo que quiere salir, que quiere quemarse en cada grado de locura.
En un rango de 30 a 33 años, la narración de Luisa Reyes Retena hace una perfecta relación incestuosa entre Juan y Josefina, quienes comparten muchísimas cosas: la sangre (que ambos derraman cada vez que se golpean en la cabeza), el abandono de sus padres, la locura, la necesidad de siempre tenerse juntos, y hasta el nombre (ya que Juan también es Joseph).
Este par de hermanos inmediatamente hace una referencia clara a Robert Musil con El hombre sin atributos… y no, no es nada arriesgado. Sólo hay que retomar esas referencias, esos reflejos entre Ulrich y Agathe, siendo ésta un nombre referencia a la novela de Reyes Retena, ya que inmediatamente emite el nombre de la chica que supuestamente embaraza Juan en el Hospital Psiquiátrico de Real del Monte, en el presente de la narración.
El hijo de Juan y Agatha es el motivo que detona la última purificación de Josefina. Josefina, adolescente y madre de su hermano, siempre tiene que estar en el filo de la locura, que la consume, que no la deja ser ella, salvo en los momentos en los que Terry está cerca o cuando suena Sonic Youth.
El odio, el asco y los fluidos corporales nos llenan la lectura, al ver que el fuego se alimenta de la risa de los locos. Porque Josefina es una locura ígnea, que envuelve con su voz narrativa, tanto el presente-pasado, como el presente, haciendo totalmente una novela espejo al alternar los tiempos narrativos, en los capítulos pares y nones.
El Premio Mauricio Achar 2017 no sólo es una buena novela, es una excelente y gran novela, que nos ha hecho descubrir a una de las nuevas voces de la literatura mexicana: Luisa Reyes Retana.
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