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Restaurando el instante

  • Foto del escritor: El tiempo recobrado
    El tiempo recobrado
  • 21 ago 2019
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 5 may 2022


Libro: Restauración, de Ave Barrera (@avebarrera)

 

La séptima edición del Premio Literario LIPP La brasserie, 2019, fue otorgado a la escritora jalisciense Ave Barrera por su novela Restauración (Paraíso Perdido Editorial, 2019).


Compré el libro en la Piñata de Verano de Editoriales Independientes que se llevó a cabo el pasado 10 de agosto en Casa Tomada. Como la mayoría de las veces, lo primero que me llamó la atención fue la portada del libro. Lo segundo fue, evidentemente, la autora, pues un grupo pequeño de escritores llevaba tiempo recomendándome leer a la gran Ave Barrera. Así que no lo pensé más y adquirí el libro.


Ese mismo día en la noche tenía planeado continuar con mi lectura actual, así que tomé los libros nuevos para ordenarlos en las repisas. Pero antes de subir el de Ave, me dio curiosidad abrirlo y leer las primeras líneas, pues esa misma tarde una amiga me había dicho que en especial este libro le daba una curiosidad tremenda, pues, cito «parece que reescribió el Farabeuf». Si ustedes ya leyeron Restauración, entenderán cuando digo que es casi imposible soltar el libro una vez que empiezas, quizá no te engancha de inmediato, pero cuando empiezas a escarbar, se vuelve una adicción.


Existen mil y una maneras en las que se me ocurre reseñar/analizar este libro, pero creo que para no spoilearles la lectura tanto y dejar que descubran por su cuenta muchos de los guiños, me iré por la forma sencilla. Repasaré un poco las dos historias centrales entremezcladas con uno de los clásicos de la narrativa mexicana y también les hablaré del estilo narrativo.


Restauración es una novela que sucede en la Ciudad de México, no sabemos con exactitud el año pero se puede entender que es en la actualidad. El personaje principal es Min, una chica que terminó la licenciatura en Historia del Arte y está en busca de lograr que su amor por la restauración le funcione como forma de vida.


Como introducción a su vida y a la novela, Ave nos ofrece el clásico panorama de la infancia, así que podemos entrar un poco y conocer cómo era el ámbito familiar de Min: su mamá era costurera y su papá carpintero. Para pesar de la madre, ella estaba enamorada de todo lo que giraba alrededor del taller de su padre, al grado de experimentar con máquinas y perder un dedo. Al paso de los años, la insistencia de la madre por hacer que su hija se dedicara a «cosas de mujeres», ocasiona que Min decida salir del pueblo y estudiar en la Ciudad de México.


En sus años de estudiante, conoce a Zuri, un chico raro, que sufre de ataques epilépticos. Su pasión es la fotografía, gran herencia de su tío Eligio. La relación amorosa que Min desarrolla con Zuri, normalmente la confunde, pues así de la nada, un día puede dejar de saber de él y, al otro día, aparece de nuevo como si nada hubiera pasado.


La acción en el tiempo presente de la novela comienza en una de estas reapariciones de Zuri y el embarazo de Min, quien se lo oculta por miedo a su reacción y a la inestabilidad de su relación. Zuri la lleva a visitar la casa que pertenecía a su tío, pasando el Parque Hundido. La casa está sola y, por lo que entendemos, es una herencia para Zuri. Él le pide su ayuda para restaurar la casa y le da la libertar de hacer lo que le de la gana: renovarla o conservar el estilo. Una vez que acuerdan algunos de los términos, Zuri parte a Estados Unidos para ponerse en contacto con sus familiares que viven allá.


La entrada a esta casa abre más de una puerta y, entonces, la narración cobra vida y nos presenta a otro personaje que con el tiempo iremos entendiendo que también es el principal. Antes de introducir a este nuevo personaje, tengo que decirles que Restauración es una novela narrada en primera persona, desde la voz de Min… al menos en la mayoría de las ocasiones.


La primera vez que el narrador cambia, es a tercera persona y para abrir paso al nuevo personaje y al nuevo espacio de tiempo. Es entonces cuando sabemos de la existencia de Ger, la esposa del tío Eligio. El narrador en tercera persona nos muestra una escena escalofriante e inentendible en la que vemos a esta mujer tirada en el suelo, apoyada sobre sus rodillas, viendo como dos pares de pies salen riendo de la casa y cantando alguna parte de Tundarot.


Esta escena de la que les hablo ocurre en la página 75 y será retomada hasta la página 185, pero esta vez narrada en primera persona desde la voz desesperada de Ger. Para llegar a esta parte, antes vamos a ir notando que las voces de Min y Ger empiezan a entremezclarse entre un capítulo y otro.


Capítulo a capítulo nuestro narrador en primera persona va a llevarnos por los pasos de Min al restaurar la casa. Conoceremos a los diferentes personajes que la ayudarán con las tareas que ella no puede resolver sola, como la electricidad, las tuberías, cargar y mover muebles. También se cruzará por su camino una vieja jardinera llamada Oralia y su hijo, Manuel.


El cambio narrativo en el personaje de Ger es una de las técnicas más necesarias en Restauración. Luego de dos veces de utilizar el narrador en tercera persona, entramos de lleno a la narración en primera persona de Ger. Porque sí, no hay mejor recurso para entender cada sentimiento y cada momento que ella vivió en esa casa, la misma que Min está restaurando.

Ger es una mujer que nació y creció en un pueblo, costumbres antiguas y totalmente religiosas que rompió para irse a la ciudad y casarse con Eligio, con quien tuvo a dos hermosas gemelas. Poco tiempo después de empezar esta nueva vida, comienza a descubrir que su esposo es completamente distinto de lo que ella imaginaba. Le oculta tantas cosas al grado que la hace perder la cabeza. Pero antes, Ger comienza un extraño romance con el mejor amigo de Eligio, Chava (uno de los pares de pies que salió riendo y cantando en la página 75).


Ger no es una mala madre, constantemente les cose nuevos vestidos a sus hijas y procura que no les falte nada. Las gemelas aparecen realmente en pocas ocasiones, pero cuando lo hacen, lo hacen de maneras inolvidables. Constantemente están bajo el cuidado de Oralia, sí, la misma a la que Min ve en el jardín.


Eligio es un fotógrafo muy reconocido en México, un hombre que vive la vida al máximo y que no teme a los excesos. Chava, su amigo y amante de Ger, es un hombre que constantemente habla en francés y que, luego sabremos, es escritor… qué casualidad, ¿no? Chava = Salvador… ¿Elizondo? Esta teoría puede confirmarse cuando Zuri llega desesperado con Min para decirle que le pidieron que terminara un trabajo en el que su tío trabajaba antes de morir. Era una serie de fotografías para representar seis momentos de una novela que su mejor amigo (Chava) estaba escribiendo.


Conforme la lectura avanza, todo se torna incierto y cambiante. Encontramos que empiezan a haber estrategias espejos en la estructura. Acciones que Min está realizando o algunos pensamientos, se entremezclan con momentos que Ger ya vivió y sufrió.


La narración avanza y cada vez las voces, los espacios y el tiempo se van desmembrando. A la par que leemos sobre Min y Ger, se van intercalando pequeños fragmentos que nos llevan totalmente a pensar en la novela de Salvador Elizondo, Farabeuf o la crónica de un instante.

Así como en Farabeuf, en Restauración ocurren seis escenarios fotográficos que son narrados en segunda persona, e interpretan las distintas posibilidades de un instante. Claro, sin perder de vista el golpeteo al caer de las tres monedas del IChing.


Retomando un poco el comentario del inicio de esta reseña, yo no creo que Ave haya reescrito este clásico mexicano. Considero que lo desempolva de la estantería y lo resucita a través de una nueva historia, nuevas técnicas y, en lugar de un instante, dos tiempos que se unen. A diferencia del Farabeuf, en donde las distintas voces narrativas interpelan unas a otras acerca de los mismos sucesos, en Restauración las voces cohabitan en un mismo espacio, pero en tiempos y con técnicas diferentes.


El último personaje del que hablaré es el más importante. Me refiero al narrador. Pues si no fuera gracias a los constantes cambios de voces, de tiempos, si no fuera gracias a que le pone rewinda la cámara más de una vez, no lograría que la estructura de Restauración completara un perfecto espiral; tampoco tendríamos tantos disparos de la cámara ni entenderíamos que el instante que une todos los hechos sucedidos alrededor de la novela, es la decisión de abrir la habitación prohibida. Porque obviamente Ger y Min tenían prohibido abrir una habitación en especial: la de revelado.


Los cambios de primera, segunda y tercera voz narrativa nos envuelven y atrapan en la misma locura de los personajes. Nos revolotean como palomillas de San Juan y nos llevan a un final confuso, en el que abundan las dudas y… los fantasmas.

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